jueves, 1 de diciembre de 2011

ALIMENTOS TRANSGENICOS: ¿ALIMENTOS PARA TODOS? (III)

Pero, ¿qué se entiende por alimentos transgénicos? Se considera como tales a:
·         Los organismos –vegetales y animales- que se pueden utilizar como alimento y que han sido sometidos a ingeniería genética (por ejemplo plantas manipuladas genéticamente que se cosechan)
·         Los alimentos que se han producido utilizando un producto auxiliar para su procesamiento (por ejemplo, enzimas)que ha sido creado mediante la ingeniería genética.
·         Los alimentos generados a partir de insumos creados con ingeniería genética.[1]
El modo en que las personas perciben la importancia o las consecuencias de los alimentos transgénicos como medio para garantizar la seguridad alimentaria y por tanto solucionar el problema del hambre depende a menudo de su idea de cómo se puede conseguir ésta. Existen dos tendencias principales en lo que  concierne a la vía hacía la seguridad alimentaria. La primera implica el acceso de la comunidad a la tierra y la conservación de la diversidad agrícola basada sobre todo en criterios ecológicos, mientras que la segunda entraña un aumento del volumen de la producción agrícola. Obviamente, quienes sostienen la primera opinión otorgarían muy poca prioridad al empleo de biotecnologías transgénicas, mientras que las que sostengan la segunda enfatizan en los transgénicos pues eficientan la producción agrícola.

De hecho, el aumento de alimentos, particularmente agrícolas a través de transgénicos, ofrece grandes posibilidades de incrementar el suministro de alimentos para dar de comer a los nuevos habitantes del planeta. Se argumenta que el cultivo con éstos no solo se aumentaría la cantidad sino también la calidad de la producción agrícola sin necesidad de aumentar la superficie de cultivos. Incluso se habla de reducción de agroquímicos. Esta sería la principal ventaja de usar transgénicos. Sin embargo, y con justa razón, se alega que esta tecnología está primordialmente en manos de la industria privada (Monsanto, Novartis, DuPont, Bayer), y puesto que ésta siempre pretende obtener beneficios, no está interesada en la población pobre del mundo, pero aprovechará cualquier oportunidad de comercialización para promover el uso de la misma. De hecho algunas empresas hacen excesivo hincapié en la importancia de la biotecnología para los países en desarrollo, aunque sus estrategias de investigación y desarrollo no están orientadas en realidad a aliviar los problemas de los países más pobres. Por ejemplo, variedades de cultivos transgénicas resistentes a las inundaciones, obtenidas por medios biotecnológicos, podrían ser decisivas en Tailandia pero inadecuadas para el África subsahariana.

Dado que en la actualidad, las grandes empresas transnacionales privadas poseen y controlan la tecnología (es decir, los conocimientos). Sus derechos de propiedad sobre la tecnología están protegidos por tratados internacionales y los Estados los hacen respetar en su nombre. En consecuencia se podría alcanzar un punto en el que será casi imposible utilizar cualquier elemento de la biotecnología para mejorar cualquier especie vegetal importante sin infringir una patente en alguna etapa del proceso. Esto reduce severamente al acceso a esta tecnología a los más pobres. No es difícil imaginar que el debate sobre la biotecnología sería diferente si los países en desarrollo elaborasen, administrasen y aplicasen su propia biotecnología en lugar de tener que depender de que alguien se la diera. De esta manera, cada país, sería capaz de elaborar su propia biotecnología para adaptarla a sus entornos, por tal motivo, la ayuda de los países desarrollados no deberían realizarse en forma de entrega de productos ya preparados y listos para el consumo, sino en forma de educación y transferencia de tecnología.

En el aspecto económico se dice que con una mayor oferta de alimentos, los precios bajarían y por tanto el acceso de los pobres a los alimentos aumentaría al ser éstos más baratos. Esta aseveración puede verse seriamente comprometida por la dinámica del mercado. En los países en desarrollo los agricultores no reciben subvenciones, se ven obligados a absorber unos costos que son más altos que los precios que pueden obtener por sus productos en el mercado internacional, lo que los induce a producir únicamente para sus limitados mercados internos o con fines de subsistencia. Los gobiernos de los países en desarrollo, por su parte, pueden considerar que resulta más barato importar alimentos de los países desarrollados que comprarlos a sus propios  agricultores. Es decir, la producción de alimentos transgénicos debe orientarse, en primera instancia a garantizar el con sumo local, de tal forma que se deben producir alimentos de acuerdo a la cultura alimentaria de cada región y de acuerdo a sus características geograficas. posteriormente ya se pensaría en la exportación. Por supuesto se debe buscar que los agricultores pobres cuenten con recursos para acceder a esta tecnología sin volverse dependientes económicos de la misma.
Los posibles efectos de los cultivos transgénicos sobre el medio ambiente son una cuestión importante por derecho propio. Entre ellos se menciona a disminución de la biodiversidad, se asegura que la extensión del cultivo transgénico llevara a la perdida de la diversidad biológica en la agricultura ya que los cultivos tradicionales se contaminan por proximidad de los cultivos transgénicos. Se habla también que al introducir plantas con características diferentes cono son herbicidas, insecticidas o toxinas en general, podrán ocasionar un gran daño al no verse controladas. Todo lo anterior, efectivamente, debe tomarse en cuenta, pero tampoco se debe olvidar que la evolución ha ello su trabajo durante miles de años, las modificaciones al entorno son una constante. Es aquí donde la ciencia juega un papel crucial, los científicos no pueden dejar pasar un elemento transgénico del que no se tenga cierta seguridad. Los experimentos de la propia naturaleza no resultan siempre halagadores. el uso de transgénicos es absolutamente compatible con la aplicación de otras herramientas como la rotación de cultivos o la agricultura orgánica.

La polémica se vuelve más crucial al hablar sobre la inocuidad de los alimentos transgénicos. Se habla de que producirían resistencia a los antibióticos: Algunos alimentos transgénicos tienen genes resistentes a antibióticos, generación de alergias y efectos tóxicos que podrían llevar a problemas neurológicos, cardiacos e inmunológicos, entre otros. si bien es cierto que los efectos tiene siempre un grado de incertidumbre también es cierto que ésto siempre lo hemos sabido. Todo medicamento deja huella en el organismo, sin embargo no generamos medicamentos para enfermarnos. Es claro que la producción de alimentos transgénicos debe estar orientada a producir alimentos inocuos para sus consumidores para ello se deben establecer los mecanismos que lo garanticen.


[1] Riechmann, Jorge. Argumentos recombinantes. Sobre cultivos y alimentos transgénicos. Los libros de la catarata. México, 1999.

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